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Resumen

El transhumanismo, entendido como el movimiento que busca ampliar las capacidades humanas a través de tecnologías avanzadas, plantea desafíos que exceden lo biomédico y lo ético para adentrarse en cuestiones ontológicas y fenomenológicas. La incorporación de prótesis avanzadas, chips cerebrales asistidos por inteligencia artificial, órganos artificiales y nanotecnología implantable no solo modifica el funcionamiento corporal, sino que puede transformar de manera profunda la relación entre la mente y el cuerpo. En este artículo se explora la hipótesis de que dichas hibridaciones biotecnológicas alteran los procesos de propiocepción, interocepción y exterocepción, lo que repercute en la manera en que los individuos sienten, perciben y construyen su realidad. A partir de la integración de marcos teóricos como la cognición encarnada y el procesamiento predictivo, junto con hallazgos recientes en neuroprótesis, bioelectrónica e interfaces cerebro-máquina, se argumenta que estas tecnologías reconfiguran los circuitos que sostienen la experiencia subjetiva y la identidad.

Cuerpo del artículo

Desde el dualismo cartesiano, la relación entre mente y cuerpo ha sido un campo de debate constante. Sin embargo, las perspectivas contemporáneas, como la cognición encarnada y la teoría del procesamiento predictivo, han modificado sustancialmente esta visión al considerar que la mente no es un ente separado, sino un fenómeno emergente de la interacción dinámica entre cerebro, cuerpo y entorno (Clark, 2024; Kersten, 2022). En este marco, el cuerpo no solo provee soporte biológico, sino que constituye un medio activo de percepción y construcción del mundo. De ahí que cualquier transformación significativa del cuerpo, como la que propone el transhumanismo, implique necesariamente una transformación de la mente.

La propiocepción y la interocepción son dos vías privilegiadas para comprender esta relación. La primera nos ofrece información acerca de la posición y el movimiento del cuerpo, mientras que la segunda nos conecta con estados internos como el latido cardíaco, la respiración o el hambre. Ambos sistemas sostienen la experiencia de agencia y de identidad corporal. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que estas señales no son recibidas de manera pasiva, sino que forman parte de un complejo proceso de inferencia predictiva. Según esta perspectiva, el cerebro no se limita a registrar información del entorno y del cuerpo, sino que construye modelos anticipatorios que comparan lo esperado con lo percibido, ajustando en consecuencia la experiencia subjetiva (Allen et al., 2022; Greenwood et al., 2024).

Si aceptamos esta concepción inferencial de la percepción, el impacto del transhumanismo sobre la experiencia humana se hace evidente. Una prótesis mecánica que provea retroalimentación táctil y térmica, como las que actualmente se están desarrollando con interfaces nerviosas, no se incorpora al esquema corporal simplemente como una herramienta, sino como un nodo más dentro del circuito predictivo. En la medida en que el feedback sensorial sea congruente en el tiempo y en el espacio con la intención motora, el dispositivo puede ser sentido como “propio”, reconfigurando la frontera entre lo biológico y lo artificial (Bensmaia, 2020; Ortiz-Catalan et al., 2023; Song et al., 2024). El fenómeno de embodiment, tradicionalmente explorado en experimentos como la ilusión de la mano de goma, se amplifica con estas tecnologías y muestra cómo la mente integra con flexibilidad elementos no biológicos en el mapa del yo (Chancel et al., 2023; Lanfranco et al., 2023).

Algo similar ocurre con los órganos artificiales. En los trasplantes cardíacos y el uso de corazones artificiales se ha documentado una transformación de las señales interoceptivas. El latido, que normalmente provee un ritmo basal para la experiencia del yo y de la emoción, se altera cuando el órgano implantado tiene un flujo continuo o cuando la inervación vagal se ve interrumpida (Salamone et al., 2020; Sophie et al., 2021). La evidencia muestra que esta alteración puede reducir la exactitud interoceptiva en el corto plazo, aunque existen procesos de recalibración a través de la plasticidad cerebral. En este sentido, la bioelectrónica, a través de dispositivos de estimulación vagal o nanosensores implantables, se proyecta como una vía para restituir o incluso enriquecer los bucles de percepción interoceptiva (Pavlov y Tracey, 2022; González-González et al., 2024; Lerman et al., 2025).

Los chips cerebrales asistidos por inteligencia artificial introducen una dimensión aún más compleja. Al decodificar intenciones motoras o lingüísticas y transformarlas en acciones externas, estas interfaces pueden convertirse en extensiones directas de la agencia. No obstante, cuando la asistencia algorítmica supera la capacidad del usuario, surge una ambigüedad en la atribución de control: ¿es el sujeto quien actúa o es el algoritmo quien completa la acción? Este fenómeno, ya señalado en paradigmas de interfaces cerebro-máquina, pone de relieve el riesgo de un desplazamiento de la sensación de agencia hacia una entidad híbrida, en la que lo humano y lo tecnológico se vuelven inseparables (Serino, 2022; Dimova-Edeleva et al., 2022; Willett et al., 2023).

En conjunto, estas transformaciones apuntan a que la construcción de la realidad, lejos de ser un proceso exclusivamente neurobiológico, se convierte en un fenómeno tecno-biológico. El yo, en tanto unidad de percepción y agencia, ya no estaría anclado únicamente en el cuerpo biológico, sino en un ensamblaje flexible que integra materia orgánica, prótesis y algoritmos. Esto abre interrogantes filosóficos y clínicos: ¿cómo se redefine la continuidad identitaria cuando las señales que sostienen la emoción o el movimiento provienen de circuitos artificiales? ¿Qué significa “sentirse vivo” cuando la vibración visceral del corazón puede ser sustituida por un flujo mecánico silencioso?

Este escenario no debe ser comprendido en clave distópica o eufórica, sino en clave empírica y ética. Empírica, porque existen ya metodologías para evaluar estas transformaciones, desde tareas de detección interoceptiva hasta paradigmas de embodiment con ilusiones multisensoriales, que permiten cuantificar la integración de lo biológico y lo artificial. Y ética, porque estas tecnologías plantean dilemas en torno a la autonomía, la agencia y la justicia. Un dispositivo que asista la toma de decisiones o que module estados emocionales no solo amplía capacidades, sino que puede también reducir la percepción de control personal si no se diseña con transparencia y posibilidad de veto (van Stuijvenberg et al., 2024).

En conclusión, el transhumanismo no puede pensarse únicamente como una promesa de mejora funcional. Su impacto alcanza las raíces de la experiencia humana al modificar la manera en que cuerpo y mente se articulan en la construcción de la realidad. La hipótesis que aquí se propone sostiene que las tecnologías de hibridación no son neutrales: reconfiguran los bucles de percepción e inferencia que sostienen el yo y, con ello, la fenomenología misma de la existencia. Comprender estas transformaciones exigirá una investigación interdisciplinar que combine neurociencia, psicología, filosofía y bioética, con el fin de acompañar este cambio histórico de manera crítica y responsable.

 

Referencias

Allen, M., Levy, A., Parr, T., & Friston, K. J. (2022). In the body’s eye: The computational anatomy of interoceptive inference. Philosophical Transactions of the Royal Society B, 377(1853), 20210289. https://doi.org/10.1098/rstb.2021.0289

Bensmaia, S. (2020). Restoration of sensory information via bionic hands. Nature Reviews Neuroscience, 21(10), 543–557. https://doi.org/10.1038/s41583-020-0351-7

Chancel, M., Ehrsson, H. H., & Ma, W. J. (2023). Proprioceptive uncertainty promotes the rubber hand illusion. iScience, 26(6), 106792. https://doi.org/10.1016/j.isci.2023.106792

Clark, A. (2024). Extending the predictive mind. Australasian Journal of Philosophy, 102(4), 853–870. https://doi.org/10.1080/00048402.2022.2122523

Dimova-Edeleva, V., et al. (2022). Brain–computer interface to distinguish between self and agent errors. Scientific Reports, 12, 20646. https://doi.org/10.1038/s41598-022-24899-8

González-González, M. A., et al. (2024). Bioelectronic medicine: A multidisciplinary roadmap. Frontiers in Integrative Neuroscience, 18, 1321872. https://doi.org/10.3389/fnint.2024.1321872

Greenwood, B. M., Khalsa, S. S., & Critchley, H. D. (2024). Interoceptive mechanisms and emotional processing. Annual Review of Psychology, 76. https://doi.org/10.1146/annurev-psych-020924-125202

Kersten, L. (2022). A new mark of the cognitive? Predictive processing and extended cognition. Synthese, 200, 34. https://doi.org/10.1007/s11229-022-03674-2

Lanfranco, R. C., et al. (2023). Quantifying body-ownership processing and rubber hand illusions. Cognition, 234, 105407. https://doi.org/10.1016/j.cognition.2023.105407

Lerman, I., et al. (2025). Next generation bioelectronic medicine. Bioelectronic Medicine, 11, 6. https://doi.org/10.1186/s42234-025-00176-7

Metzger, S. L., et al. (2023). A high-performance neuroprosthesis for speech decoding. Nature, 620, 1031–1040. https://doi.org/10.1038/s41586-023-06377-x

Ortiz-Catalan, M., et al. (2023). A highly integrated bionic hand with neural control and sensory feedback. Science Robotics, 8(74), eadf7360. https://doi.org/10.1126/scirobotics.adf7360

Pavlov, V. A., & Tracey, K. J. (2022). Bioelectronic medicine: Preclinical insights and clinical advances. Neuron, 110(20), 3311–3331. https://doi.org/10.1016/j.neuron.2022.08.008

Salamone, P. C., et al. (2020). Dynamic neurocognitive changes in interoception after heart transplant. Cortex, 126, 208–220. https://doi.org/10.1016/j.cortex.2020.02.004

Serino, A. (2022). Sense of agency for intracortical brain-machine interfaces. Neuron, 110(3), 353–355. https://doi.org/10.1016/j.neuron.2021.12.023

Song, H., et al. (2024). Continuous neural control of a bionic limb restores dexterous manipulation with sensory feedback. Nature Medicine, 30(7), 1781–1790. https://doi.org/10.1038/s41591-024-02994-9

Sophie, B., et al. (2021). Evidence toward absence of direct relationship between denervation and interoception after heart transplant. Scientific Reports, 11, 11342. https://doi.org/10.1038/s41598-021-90334-z

van Stuijvenberg, L., et al. (2024). Neuroethical design for brain–computer interfaces. Neuroethics, 17(1), 1–14. https://doi.org/10.1007/s12152-024-09567-7

Willett, F. R., et al. (2023). A high-performance speech brain–computer interface. Nature, 620, 1011–1019. https://doi.org/10.1038/s41586-023-06377-x